Por Francisco Sagal R.
Ante los problemas económicos que vive el país, el gobierno de Calderón se inclina por una reforma laboral como opción para disminuir las prestaciones de los trabajadores, facilitar contratar por horas y abaratar los costos de la fuerza laboral y así de esta manera, tratar de mejorar la posición competitiva de la producción frente a las importaciones y resarcir parte de las pérdidas que las empresas nacionales tienen como resultado de su falta de competitividad, declaró Arturo Huerta Gonzales de la Facultad de Economía de la UNAM) (La jornada, Junio 2011).
Por tal motivo, en esta ocasión vamos a tratar el asunto de la reforma laboral. Es indudable que en el mundo capitalista ha crecido el fenómeno de la precariedad de la clase trabajadora y se refiere al principio de la cada vez más precaria existencia de la clase trabajadora en los márgenes o en la marginalidad, sobre todo de mujeres, jóvenes e inmigrantes. Este fenómeno se extendió en el núcleo de la fuerza laboral llamado proletariado, que produce los programas de des-sindicalización, flexibilización y desregulación que son parte del ataque contra la fuerza laboral en todo el mundo.
El sistema capitalista contemporáneo, en la época del imperialismo ante la tendencia decreciente de la tasa de ganancia global, está respondiendo a esta tendencia con el aumento de la tasa de sobreexplotación de la fuerza de trabajo, aumentando la jornada de trabajo, aumentando la extracción de plusvalía, para su enriquecimiento como clase poseedora del capital.
La proliferación del empleo temporal e inseguro. La discontinuidad y formalidad relajada en las sociedades occidentalizadas, que hasta entonces habían sido bastiones del empleo completo e indefinido o indeterminado. La guerra del estado, las corporaciones trasnacionales en contra de la clase obrera y sus sindicatos se ha extendido también hacia el sector público, con legislaciones para prohibir las negociaciones colectivas y otros derechos elementales. Todos estos aspectos del nuevo embate hacia el mundo del trabajo.
El modelo neoliberal trajo una reducción de la población económica activa y se constituyó en un freno del crecimiento industrial. Este modelo trajo la sustitución del sector tradicional manufacturero por el maquilador. También trajo la tercerización de la economía, haciendo que el sector de los servicios no haya dejado de crecer, con la consecuente feminización de la fuerza laboral. “Después de la aguda contracción económica durante el lapso 1982-1988 la economía mexicana tuvo una ligera mejoría. Pero para el año 1994 una nueva onda recesiva sumió a México en la peor crisis económica de que se tiene memoria en los últimos años. El PIB se contrajo en casi un 7%, la moneda se devaluó en un 44%, la inflación se elevo al 52%, el desempleo abierto se coloco en el 7.6%. Ese mismo año, 22 186 empresas suspendieron sus cotizaciones al IMSS, los salarios mínimos se redujeron en un 12%, los salarios del sector manufacturero se redujeron en un 20%. La devaluación siguiente de 1995 en un 100% terminó por apuntalar el nuevo crecimiento, contribuyendo a reestructurar el sector productivo, la competitividad de las empresas y los costos de la fuerza de trabajo, como una de las principales ventajas comparativas que ofrece México a escala internacional” (Bendesky 2003).
La situación del mercado laboral mexicano en donde se han realizado evidentes cambios o modificaciones como la flexibilización, reforzamiento del trabajo a domicilio y por cuenta propia, informalidad, círculos de control de calidad, incorporación de nuevas tecnologías. Sin embargo, ello no alteró la esencia del modo capitalista de producción, ni por tanto el modo de trabajo y de vida sustentado en el trabajo asalariado, en la explotación y en el dominio del capital. La introducción de nuevas tecnologías en los procesos productivos y organizacionales, no hizo más que reforzar esas dimensiones de la explotación y la dominación capitalista. Sin embargo, la restructuración del modo capitalista de producción actual, ha provocado una fragmentación social, laboral de los sujetos sociales, que se viene definiendo como un mundo en constante tensión social. La temporalidad en los contratos colectivos de trabajo -a la que son sometidos amplias fracciones de la clase trabajadora-, aunado a un crónico desempleo y precarización del trabajo, que no gozan de prestaciones sociales, ni gozan de subsidios por parte del estado, se está constituyendo en el principal eje de acumulación de capital.
Para el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización Mundial del Comercio, la Organización Económica para el Desarrollo, la flexibilidad laboral consiste en eliminar o desregular el mercado laboral con el objetivo de acabar con las rigideces causantes de un alto índice de desempleo, así como de un sector informal creciente. Para el Banco Mundial la principal causa de desempleo en América Latina reside principalmente en la inflexibilidad de los mercados laborales, lo que significa que el sector formal de la economía no sea dinámico en términos de generación de empleos.
Pues bien, veamos la realidad de acuerdo a cifras entre 1995-1998 (STPS, 2000), el producto interno bruto creció a una tasa de 3.6%, mientras la población ocupada lo hizo a una tasa del 4.5%, lo que redujo la tasa de desempleo hasta un 3.2%. Pero esta mejoría relativa no se tradujo en una mejoría de las condiciones laborales, así las tasas de condiciones críticas de ocupación que mide la precariedad de la clase trabajadora se mantuvo estable en un 23.8%.
En algunos indicadores el porcentaje de trabajadores sin prestaciones sociales se ubicó por encima del 55% o de aquellos que devengan menos de dos salarios mínimos se ubicó en más del 60%. Las trasformaciones han traído como consecuencia un incremento gradual de los trabajadores no asalariados, que para la década del noventa se situaba en el 37%. El comportamiento del sector informal es de expansión en momentos de crisis y de relativa contracción en épocas de crecimiento. El sector informal se constituye en una opción para millones de trabajadores. El sector formal de la economía alberga tres veces más trabajadores calificados que el sector informal, y el sector manufacturero sufre de una informalización de facto.
La conformación de México en un país netamente urbano y metropolitano, ha hecho que más del 60% de la fuerza de trabajo sobreviva en el circuito informal de la economía, en actividades de muy baja productividad, en esencia unipersonales y de sobrevivencia, acompañados de fenómenos como la ascendiente escalada sin precedentes de la violencia, con las reiteradas crisis económicas que han minado la capacidad de sustento de los hogares, el deterioro de la vida institucional manifiesta en la pérdida de credibilidad de las instituciones públicas, sobre todo las de seguridad y de justicia, la generalización de la corrupción y la continua marginación a que da lugar no contar con un ingreso mínimo para participar en la sociedad de consumo capitalista. Tiene importancia el factor de la acusada calidad corporativa clientelar del estado mexicano, su extraordinaria capacidad para cooptar a los actores políticos, en el proceso de transición política hacia la democracia.
Los mercados de trabajo tradicionales se están trasformando, ahora la temporalidad y eventualidad del trabajo está por encima de los derechos colectivos de los trabajadores. En amplias regiones del mundo domina el trabajo llamado golondrino y los contratos de trabajo son de corta duración, por subcontratación, desplegándose nuevas formas de trabajo como el teletrabajo, el trabajo a domicilio e incluso por internet. Se han extendido las categorías de trabajo por cuenta propia, los empleos informales y transitorios, que desligan la obligatoriedad legal de los patrones a dar continuidad en el empleo y garantizar derechos y prestaciones sociales.
De acuerdo con la CEPAL, durante la década de los noventas en América Latina, 7 de cada 10 empleos no agrícolas que fueron creados son de naturaleza informal, es decir precarios y sin prestaciones sociales. De esta manera, en relación con el empleo no agrícola, la informalidad paso del 42 al 46.7% en el trascurso de esa década. Incluso los trabajadores calificados con altos ingresos y títulos universitarios han disminuido y están sometidos a la inestabilidad laboral y a un régimen de precarización y superexplotaciòn del trabajo.
En México según el INEGI, los trabajadores asalariados y no asalariados sin prestaciones sociales de ningún tipo aumentaron de 61 al 63% en el año 2004. Para los primeros meses del 2005 dicha proporción alcanzó el 64% de la población ocupada. La reforma laboral es el instrumento encaminado a justificar e institucionalizar los cambios estructurales que necesita el neoliberalismo capitalista. En el régimen de V. Fox se generó un déficit de 5 millones de empleos o puestos de trabajo, los cuales crecieron a un ritmo anual del 8%.
Por la vía de los hechos, los patrones, el gobierno y los organismos internacionales han impuesto en las fábricas, oficinas, empresas e instituciones, la desreglamentación y la flexibilidad de la fuerza de trabajo, al amparo de nuevas formas de organización de los procesos de trabajo, de contratación y despido de los trabajadores.
El artículo 123 constitucional y la Ley Federal del Trabajo son producto del estado surgido de la revolución mexicana 1910-1917. Se trata de una ley enmarcada en el régimen de explotación del trabajo asalariado, instituido en México sobre la existencia del derecho de la propiedad privada de la tierra y de los medios de producción -art. 27-, que garantiza la reproducción ampliada del capital y de la creación del nuevo valor que va a parar a manos de los capitalistas privados sean nacionales o extranjeros.
La iniciativa de reforma laboral del PAN, PRI, PRD, Verde Ecologista, Convergencia, Partido del Trabajo, etc. coinciden en no cuestionar dicho régimen de explotación capitalista, sino más bien lo modernizan y perfeccionan en concordancia con los nuevos tiempos neoliberales. En casi todas estas reformas encontramos una constante: centran su atención en la estabilidad en el empleo, para sustituirla por contratos precarios por horas o eventual, justificados por periodos de prueba de capacitación, de aprendizaje, etc. Por otro lado, se facilita el despido y las causas de llevarlo a cabo, con facilidades de indemnización o de plano con la libertad absoluta sin responsabilidad para el patrón. En algunos casos, con la variante de suprimir el derecho de la reinstalación o reintegrar al trabajador a su puesto en caso de que el despido sea justificado. Así mismo, se deja de cubrir los salarios caídos (Oscar Alzaga-Revista del Ministerio Interior del Trabajo e Inspección).
La flexibilidad en México se evidenció en el caso de los salarios mínimos hacia la baja, con su caída continua hasta el año 2011. El deterioro de los salarios reales se mostró en la canasta básica -el salario mínimo en 1982 podía adquirir 94% de la canasta, para el 2002 apenas alcanzó al 19.3%, para el año 2006 solo adquiría el 16.8%. La depreciación de los salarios en los años 1987-2002 fue del 85%, en total podemos afirmar que el salario perdió el 75% del poder adquisitivo en el periodo 1982-2006. El poder adquisitivo del salario mínimo en el gobierno de Calderón sufrió un fuerte impacto con el creciente aumento de los precios, el deterioro salarial fue en los tres primeros años del 42.7%, ya que la tasa de aumento de los precios paso del año 2006 de 80% al 154% en el año 2010. El trabajo necesario para adquirir la canasta básica paso de 13 horas 17 min en su inicio del régimen de Calderón al 15 de enero del 2010 a 21 horas 44 m in, para junio del 2011 tiene un aumento mayor indiscutible,. La adquisición de tortillas paso de 50.9 k en el año 1982 a adquirir 8 k en el año 2010. Con lo anterior se evidencia la responsabilidad tanto del PRI y del PAN, en la pérdida del poder adquisitivo de los salarios y en el aumento vertiginoso de los precios, ya que el incremento de los precios y servicios es mayor al incremento de los salarios mínimos. (Revista Ixmati, STUNAM).
También los salarios manufactureros no alcanzaron el nivel del año 1990. En el año 2007, 46% de los asalariados no disponían de contrato colectivo escrito, proporción que en las aéreas menos urbanas era del 61%. Dado que una parte muy importante no cuenta con contrato colectivo escrito puede ser despedida fácilmente. En forma adicional podemos agregar que el 17 % de los asalariados con contrato colectivo escrito estaba contratado en forma temporal. En el año 2007 solo el 45% de los asalariados era de base o estaba contratado por tiempo indeterminado e indefinido, la proporción en las aéreas menos urbanizadas era del 31%. En el año 2007 una quinta parte de los trabajadores estaban como trabajadores eventuales. El 31.9% de los trabajadores adscritos al IMSS en el año 1989 fueron separados de su puesto de trabajo, mientras ingresaba un 38% a un nuevo puesto de trabajo. En el 2007 el 44% de los asalariados no tienen acceso a las instituciones de salud, en las aéreas menos urbanas subía hasta el 60%. El 75% de los asalariados recibía vacaciones y aguinaldo, mientras el 22% de las empresas del sector maquilador cumplía con las aportaciones al INFONAVIT. Las cuentas activas para el retiro en el sector privado cayeron del 82% al 60%. Una tercera parte de los asalariados trabaja en sectores con una tendencia a la baja en productividad. En el año 2002 la población económica activa estaba sindicalizada solo el 10%, en el año 2007 subió al 16%. El 53% en minería, electricidad y agua formaba parte de algún sindicato. En el sector manufacturero el 55% de los ocupados está afiliado a algún sindicato. En empresas no manufactureras una tercera parte esta sindicalizada. En las empresas grandes maquiladoras el 57% está afiliado a algún sindicato, en las unidades pequeñas hasta el 65%. El corporativismo sindical esta en todos los sectores y cuentan con contratos de protección a favor de los empresarios. Esto constituye el principal vicio del sistema de relaciones laborales en México. Las burocracias sindicales están constituidas o integradas al corporativismo del estado. En general el cumplimiento de las leyes laborales se da en las grandes empresas, en cambio en las pequeñas deja de ser aplicada, hasta llegar al sector informal, el cual no está regulado por leyes legales laborales.
Fuentes:
-Gerardo Fujii. La fuerza laboral en el mercado del trabajo. Revista del Ministerio del Trabajo e Inmigración
-Marina Ariza y Juan m. Ramírez. Urbanización. Mercados de trabajo y escenarios sociales en el México finisecular.
-Manuel A. Ibarra y Lourdes A. González T. Flexibilidad laboral como estrategia de competitividad y sus efectos sobre la economía y el mercado del trabajo.
-Sotelo Valencia Adrián. El mundo del trabajo en tensión. Flexibilidad laboral y fractura social en la década del 2000. Edit. Plaza y Valdez México 2007.