Por Francisco Sagal
Juan Francisco Sicilia Ortega (hijo de Javier Sicilia) fue encontrado muerto, con señales de tortura, el pasado 28 de marzo del 2011, en Cuernavaca, junto a seis personas más (cuatro de ellos amigos desde la infancia). Para este momento, ya existían más de 600 muertos, victimas de la llamada guerra contra el narcotráfico en el estado de Morelos, tan solo en este año.
El poeta, ensayista escritor, teólogo e historiador, pedagogo, Javier Sicilia se encontraba en Filipinas. Inmediato hizo un vuelo largo de travesía para velar el cuerpo de su hijo e integrarse al plantón permanente que sus amigos y compañeros habían instalado en las afueras del edificio del gobierno estatal de Morelos.
Del plantón de Cuernavaca salió la caravana del silencio a la Ciudad de México para demandar el esclarecimiento y justicia para las victimas y familiares, castigo para los responsables (incluidos miembros de las fuerzas oficiales represivas mexicanas).
El poeta comenzó a articular la solidaridad con las victimas y sus familiares organizando la caravana del consuelo a Ciudad Juárez, Chihuahua. A esta caravana se unieron familiares y amigos de las victimas caídas en los diversos estados de la república, levantando sus mantas, leyendas y voces, uniéndose a Javier Sicilia establecen el pacto nacional ciudadano firmado en esa ciudad, se demanda el fin de la estrategia de guerra contra el narcotráfico, el regreso de los militares a sus cuarteles. La desmilitarización de las funciones policiacas, la cancelación de la Iniciativa Mérida y otros proyectos castrenses –como el de Puebla- en alianza con loa EUA, entre muchos otros.
Su colaborador Pietro Amelio declara: “Se trata de una movilización de radicalidad no violenta, llamada resistencia civil pacífica, ésta apunta a crear una presión moral y material hacia la autoridad y las fuerzas involucradas en la violencia para que se rompa la impunidad y la corrupción, queremos fundar un proceso real de paz con justicia y dignidad. En todo caso, la caravana apunta un movimiento social para exigir un alto a la guerra y ni un muerto mas. Esta es la democracia que queremos, que la gente hable y se exprese en voz alta, en cada autobús vivimos el tipo de sociedad que queremos: plural y democrática.”
En entrevista con el periódico El Clarín de Chile (junio 2011), Javier Sicilia declara: “Las instituciones públicas en México están en putrefacción, algunos elementos del estado trabajan en complicidad con el crimen organizado. Vemos el uso del estado para privilegios y prebendas, por eso, lanzar una guerra en estas condiciones o características, es poner en estado de indefensión a la ciudadanía, 40 mil asesinatos, 10 000 desaparecidos, miles de huérfanos y desplazados, etc., hablan de un estado fallido, los muertos y el dolor de la guerra la estamos pagando los ciudadanos. No queremos al ejercito en las calles, fue un error tratar a las droga como un asunto de criminalidad nacional, cuando es un problema de salud pública, tenemos que buscar las fórmulas para que el ejercito regrese a los cuartes gradualmente. Por otra parte, el hecho de que existan tantos criminales se debe que el estado falló, porque no nacieron criminales, y el otro grave problema son las victimas inocentes y asesinadas con tal impunidad, tenemos que visualizar la realidad; por ejemplo, el asesinato de mi hijo Juanelo, había policías involucrados, por supuesto queremos parar esta guerra, no podemos vivir así.”
La caravana del silencio, la caravana del consuelo constituyen movimientos pacíficos para articular las demandas y exigencias de los familiares de las victimas, en esta guerra injusta y cruel del gobierno federal panista de Calderón. La represión oficial sobre las victimas, las disputas por el territorio, por el manejo de las drogas, armas y lavado de dinero, han sumido a México en un escenario de muerte, miedo, injusticia y crueldad sobre las víctimas y sus familiares, sobre la sociedad: “el escenario de descomposición social y creciente incertidumbre económica, la violencia cada vez más instalada en este país que habitamos. Los resultados que da el gobierno federal son pobres y de una gran fragilidad. Más de 28 mil muertos es un resultado tenebroso para ir al cuarto informe presidencial. La creciente exclusión social va acompañada de una mayor concentración del poder económico. Las recientes medidas financieras para controlar los flujos ilegales de dinero que provienen del narcotráfico ponen en la mesa las dimensiones del terrorismo, narcotráfico y delincuencia. Las presiones del narcotráfico hacia los empresarios para lavar dinero son más que evidentes ¡aceptas o te mueres! Desde el año 2009 hay una abrupta caída de la producción. La generación de empleos es insuficiente, hay parálisis en el otorgamiento de créditos e inoperancia financiera. Quienes manejan la economía del país no dan pie con bola, como se ve por ejemplo en la industria aeronáutica en donde las políticas oficiales como el Fobaproa y el IPAB –ahora convertidos en deuda publica-, donde el estado ha creado un fiasco, con subsidios a empresarios altamente protegidos. La alta corrupción empresarial-estado lleva a que los mexicanos estén perdiendo sus industrias básicas a manos del empresariado internacional -EUA y socios- en contraste con los ritmos de crecimiento de las ganancias de los principales consorcios empresariales del país (León Bendesky, 2010)”.
En el año 2007, Felipe Calderón tomó la decisión de declarar la guerra contra el narcotráfico –por mucho que ahora pretenda llamarla “lucha”, así fue como en principio en la bautizó-, lo hizo apoyándose en el ejército y la armada. Lo hizo para revertir esa situación difícil provocada por un triunfo electoral dudoso y atraer a la opinión publica hacia cuestiones que le favorecieran. El objetivo principal ha sido rescatar su imagen y proyectarla como un fuerte líder y decidido (Mario Ojeda, enero-febrero 2010). El costo social de esta política es enorme más de 40 mil muertos, mas de 10 mil desaparecidos, miles y miles de huérfanos, de desplazados. Se instituyó en el país un nuevo fenómeno de crisis humanitaria.
Democracia es el poder del pueblo. El estado se fundamenta en la democracia, la participación en unión y conjunto que hace una sociedad política, una organización vinculada con la ciencia política. La democracia se engendró en todo un sistema político que introduce al estado en determinado territorio, para que lleve a cabo sus funciones dentro de un poder político o autoridad pública. La democracia es igualdad y un derecho de todos y para todos. La democracia es del pueblo y para el pueblo y con el pueblo. En nuestra sociedad mexicana carecemos de democracia, se hacen evidentes la máximas introducidas por Carlos Marx, la historia no es más que la lucha de clases, entre poseedores y desposeídos, el estado no es mas que una banda armada que busca imponer los intereses de los dominadores en turno. La justicia e igualdad deben ser el objetivo final de esta lucha desigual entre las clases. La participación ciudadana es la condición sine qua non en la democracia, para el logro del bienestar colectivo y social.
Es en este contexto que el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, encabezado por el poeta Javier Sicilia, tiene un valor fundamental en la rearticulación de la sociedad mexicana como contestataria a las prácticas del mal gobierno, como movimiento social que inicia una nueva etapa en la fiscalización de la clase política y gobernante. Su lucha es loable y necesaria. Pronto se dará otro paso decisivo en este proceso, la caravana hacia el Sur mexicano, porción del territorio que expresa las más fuertes contradicciones del desarrollo capitalista en México: despojo, pobreza, riqueza natural abundante, grupos empresariales y políticos poderosos, fuerza de trabajo migrante lista para sumarse a la esfera del mercado negro, etc. Pero a su vez, región sur estratégica para la lucha social, para la conformación de un movimiento que no sólo pida Justicia y Paz, sino sobre todo, la transformación radical de nuestro México.
Desde nuestra perspectiva, el “diálogo” llevado a cabo entre el gobierno federal y el movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, aún cuando no sirvió para nada, al menos no desde el fortalecimiento de la lucha social, sino más bien fungió como simple acto mediático, eso no cancela los objetivos de este proceso, de esta resistencia. Javier Sicilia no es el movimiento, éste es la gente, que mediante su actitud contestaría no se dejará cooptar por Felipe Calderón y sus secuaces capitalistas –sean narcotraficantes o empresarios “distinguidos”-.