Por Francisco Sagal
El anexionismo territorial estadounidense por medio de consolidar un proyecto, en un inicio de especulación con la tierra, usando instrumentos de proyección económicos y una proyección militar, naval y terrestre en México, Centro y Sudamérica. Este anexionismo tenía como base, la política de la doctrina Monroe en donde se planteaba que América era para los americanos, pero qué entendían que era para los norteamericanos. Antes de las dos ultimas dos guerras mundiales, Inglaterra y EU tenían el control comercial, empresarial y militar y controlaban las principales riquezas minerales del mundo. Los monopolios usufructuaban 53% de las reservas mundiales del carbón, 48% de las reservas del hierro, 76% de las reservas del petróleo, el 79% del cobre, el 81% del plomo, el 74% del cinc, etc. Los monopolios extendían su influencia por todos los continentes y crecía la internacionalización económica, la creciente monopolización angloamericana, controlando los precios y la producción. Compañías como Anaconda y Kennecott controlaban el 34% de la producción mundial de cobre y cinco empresas petroleras - la estándar oíl, la Royal Dutch-Shell- suministraban el 35% del petróleo mundial. El control del manganeso, el acero, el berilio, los diamantes, el litio, y el magnesio, los cristales del cuarzo, el radio, todo ello permitía mayor control al aparato industrial.
Los factores económicos múltiples, que llevaron a la segunda guerra mundial, jugaron un papel determinante en la internacionalización económica. La competencia comercial, financiera e industrial, llevaron al choque de dos frentes que buscaban derrotar amurallamientos comerciales, superar la recesión y la depresión económica y el proteccionismo a ultranza.
La mentalidad militarista y expansionista presente en Alemania y Japón, el surgimiento del militarismo autoritario fascista, desemboca en la segunda guerra mundial, para dotarse de materiales estratégicos en cualquier programa de industrialización.
En noviembre de 1938, 8 meses después de que el general Lázaro Cárdenas, anunciara la nacionalización petrolera mexicana, el presidente Roosevelt dirige una política integracionista latinoamericana. Exceptuando a las fuerzas armadas mexicanas, cuya traumática experiencia a raíz de la guerra de 1847, les impedía enlaces militares abiertos con EU. Aunque esto, no les impedía a los jerarcas estadounidenses participar en una guerra sucia encubierta para fomentar dictaduras militares, para que siguieran las políticas del centro o de la metrópoli dominante, como el caso del derrocamiento del presidente Francisco I. Madero, en donde la embajada norteamericana pertrechó y orientó al general Victoriano Huerta.
Los gobiernos de Ávila Camacho y Miguel Alemán, establecían negociaciones con su contraparte norteamericana, en donde en forma torpe aceptan convenios mineros y ferrocarrileros que permitirán la movilización bélica-industrial de la guerra, provocando una inusitada intervención de los EU. Hasta abril de 1942, EU reconoce el artículo 27 constitucional, como la soberanía mexicana sobre el subsuelo y una compensación justa a las compañías petroleras expropiadas. A cambio de reanudar la compra oficial de la plata, promover la estabilización del peso, promover un pacto comercial, proporcionar créditos, Washington recupera su capacidad por medio del condicionamiento a áreas militares y abastecimiento de minerales y de trasporte ferroviario a los EU.
Los esquemas de anexionismo comercial, y el desarrollo de la política Monroe, jugó un papel importante en el estallido de la segunda guerra mundial, ya que Japón y Alemania no aceptaban el papel dominante de los EU y de la entonces URSS.
Los EU en esta época desarrollan una política hacia América Latina de buen vecino, tratando de atraer a las republicas latinas a su influencia y batuta.
El dominio de la economía mundial, fue planteado como un paso necesario, para consolidar la hegemonía mundial de los EU. Después de la segunda guerra mundial, los EU se dedican a la exportación de bienes manufactureros y productos agrícolas, así como a la importación de grandes cantidades de materias primas y de alimentos.
Con la conferencia de Bretton Woods en 1944, se busca por parte de los EU, establecer el fondo monetario internacional-FMI-, el Banco Mundial-BM-, como instrumentos de control de la economía mundial e imponer el dólar como moneda internacional. La hegemonía de los EU se sustentó como un imperialismo de bajo perfil y con una economía que experimentó una expansión sin precedentes. La reconstrucción de Europa, Alemania y Japón, llevo a que estos últimos países, encontraran un dinamismo propio, con altas tazas de crecimiento, hasta la crisis de los setentas.
La estructura y dinámica del capital monopólico, no permite enfrentar el reto de la sobre expansión de la capacidad productiva, ya que el capital debe confrontar el hecho de que la principal barrera a la inversión, la eventual saturación del mercado, es la inversión misma. Aunque se reconozca lo útil de la inversión, la eventual saturación del mercado, por parte de lo que haya sido su producto final. La propensión a la competencia que se observa y la lucha de cada corporación gigante por una mayor tajada del mercado, trasforma la contribución útil de la inversión en su opuesto.
El creciente agotamiento de las reservas del petróleo, el ahondamiento de las contradicciones económicas, la lucha por el control y acceso de esos recursos naturales, las disputas intercapitalistas, los desacuerdos monetarios y pugnas en la geopolítica y las componendas con los consorcios belicos-industrales son mas visibles. En el comercio se desatan verdaderas guerras, especial por los subsidios a la industria aérea, la disputa por el petróleo enfrentan a los países desarrollados. El estado y la clase política norteamericana, establecen la simbiosis entre los grandes consorcios de la industria petrolera y del gas con la cúpula gubernamental. La apropiación de la reserva petrolera iraquí, cuantificada en grande y enorme cantidad de millones de toneladas de petróleo, fue con el objetivo de reducir y eliminar la capacidad de la OPEP de establecer precios internacionales del petróleo, buscando los EU una ventaja estratégica, al introducir sus monopolios en la industria y las finanzas. La política estadounidense de bajar los precios del petróleo y del gas, buscando controlar las reservas más grandes del mundo.
Con todo ello, asistimos a la creación de redes financieras internacionales, en lugar de una economía mundial, en donde se da un predominio del capital financiero internacional sobre el capital industrial nacional. La crisis económica, la crisis de la hegemonía capitalista, ha llevado a que el imperio americano ensaye un programa de incautación de las empresas públicas del centro y de la periferia, como medio para hacer frente a la crisis de acumulación.
El endeudamiento excesivo de los países del tercer mundo, una condición irresponsable alentada por los bancos y los organismos financieros vinculados a la Casa Blanca (FMI, BM y BID) como mecanismos para reciclar los petrodólares, generados en los aumentos del precio del petróleo para la inversión, ofreció al empresariado y especuladores a países como México, Brasil y Argentina. La apertura unilateral en comercio e inversión, la desregulación financiera, la reducción del gasto público en programas sociales- salud y educación, etc.- para liberar fondos que se destinen al oneroso pago del servicio de la deuda externa con bancos y corporaciones, son partes fundamentales del programa económico. También se impone, la eliminación de subsidios a la industria local y a la agricultura, en momentos en que las economías metropolitanas hacen exactamente lo inverso. El FMI, BM y el BID, hacen que los gobiernos locales impulsen la eliminación de cualquier control, sobre los flujos de capital, y la apertura a los inversionistas extranjeros de los servicios bancarios y de las empresas públicas, en especial la electricidad, transporte, petróleo, gas, agua y biodiversidad, recursos naturales, etc. El ejemplo de México, que debe mas de 100 mil millones de dólares de deuda exterior y mas de un billón de deuda interna y que su producción declinante petrolera sirva solo para pagar intereses leoninos de los préstamos e inversiones, comprometiendo a su país por varias décadas y a sus generaciones.
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