jueves, 9 de septiembre de 2010

BICENTENARIO: FESTEJO O REALIDAD


Por Sendic Sagal Luna (Colaborador del blog)

Introducción.

A doscientos años de las guerras: de Independencia y a cien años de la Revolución nuestro país necesita de una reflexión profunda y certera. La UNAM, en estos momentos difíciles e injustos que vivimos, como conciencia critica de nuestra sociedad tiene el compromiso de discutir, investigar y revalorizar estas luchas, de los resultados obtenidos del común esfuerzo de investigadores, maestros, alumnos y trabajadores; una nueva perspectiva tendremos en el horizonte.

A la Independencia y a la Revolución las debemos entender como un proceso moral y político, incrustado en una determinada época, con sus respectivas relaciones sociales y culturales. El México independiente como tal fue un proceso lento de integración nacional, y fue consolidado hasta las Leyes de Reforma impulsadas por Don Benito Juárez.

Un poco de Historia

En un principio la lucha por la Independencia se justificaba como una respuesta a las injusticias cometidas por los “gachupines”, peninsulares y criollos contra el pueblo novohispano, entendido este como el conjunto de los diversos grupos raciales que componían a la nación. La lucha violenta para conquistar la libertad política fue el instrumento del pueblo oprimido, y el pretexto para iniciarla fue la prisión de los Reyes de España por Napoleón Bonaparte. La monarquía de la Nueva España ejercía opresión y un mal gobierno, estos fueron los factores que los dirigentes criollos de la lucha Independentista abanderaron; integraron elementos de la civilización indígena con las formas culturales que habían sido impuestas por ellos. En primera instancia los criollos consideraban que estaban actuando para salvaguardar la colonia y entregársela al Rey cuando fuera liberado.

Una de las conspiraciones más trascendentes, la de Dolores, precipitó la lucha independentista, bajo la dirección del cura Miguel Hidalgo y Costilla, quien incluyó a todos los sectores sociales de la colonia. Hidalgo no pudo elaborar un plan de gobierno para después de la lucha y por ello no pudo controlar la insurgencia. El pueblo novohispano que vivía en la miseria, ignorancia y opresión, necesitado de una repartición equitativa de la riqueza, se le sumó bajo el estandarte de la Virgen de Guadalupe que los impulsó a la guerra sin que temieran la muerte. Estos factores convertían a la lucha en una causa santa. La crueldad cometida por la insurgencia en Guanajuato casi conducía a la lucha independentista a una guerra de castas.

José María Morelos y Pavón pugnó por una independencia absoluta, con base en: la unión insurgente, las desigualdades sociales y económicas que se vivían, pero sin tener un concepto de nación. A partir de la conformación de la Suprema Junta Nacional Americana de Zitácuaro (21 de agosto de 1811), cuestionada de conservadora por Morelos, empezó a tomar sentido la independencia nacional, las ideas revolucionarias de los criollos permeaban y tomaban fuerza entre el pueblo novohispano, quienes tomaban conciencia sobre la necesidad de justicia en un medio social gobernado por la desigualdad. La legislación y estrategia militar de Morelos le dieron dignidad y decoro a la acción independentista. La constitución de 1814 de Apatzingán tenía debilidades en cuanto a los poderes, sus funciones y sistema electoral, también establecía intolerantemente la religión católica y no consideraba el territorio de Texas, Nuevo México y las Californias. Sin embargo rompió todos los vínculos de dependencia política con España y creo un gobierno puramente nacional.

Ante los éxitos del realismo, la presencia de Francisco Javier Mina (quien condenó la conquista hispana en América) hizo que la lucha independentista, entonces ya liderada por dos auténticos caudillos; Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria, recobrara nuevas fuerzas con sus ideas de independencia y contra el absolutismo. Para él la lucha para conquistar la libertad era natural e inherente a la justicia.

Vicente Guerrero siempre tuvo claro el objetivo de la lucha independentista, siempre dispuesto a vencer o morir, nunca se rindió ante los intereses realistas. El pueblo lo consideraba heredero de Morelos, por eso Iturbide se plegó a las bases que él impuso para continuar con la lucha por la independencia.

Los criollos intentaron reservarse para sí mismos el mando y la gloria que emanarían del triunfo de la guerra por la independencia. Agustín de Iturbide fue un enemigo de los conceptos igualitarios.

En el plan de Iguala se estableció formalmente la Declaración de Independencia, sin embargo para fue hasta 1836 cuando España reconoció a México.

Las luchas libertarias que se llevaron acabo en México a lo largo de muchos años delinearon el camino para el desarrollo del capitalismo y delegaron una enorme cantidad de tierras a la nueva clase de los terratenientes, quienes desde sus haciendas tenían el control económico y político de la época.

En 1870 bajo el gobierno de Porfirio Díaz se llevaron acabo los procesos económicos de expansión, produciendo materias primas en abundancia y recibiendo inversión de capital extranjero e imperialista. Se modernizan las haciendas, sin embargo esto se dio bajo la apropiación ilegal de las tierras de las comunidades y pueblos originarios. Se desarrolla la industria textil, eléctrica, minera, de ferrocarriles, etc., creció el proletariado y la pauperización de la vida de los sujetos sociales. Junto con esto se fue construyendo una resistencia de los pueblos, principalmente campesinos y obreros, a los que se les sumaron la pequeña burguesía en asenso. Debido a que los primeros no estaban debidamente organizados se subordinaron a las distintas facciones burguesas. En junio de 1910 Francisco I. Madero lanzó el plan de San Luis y planteó lo siguiente; el principio de no reelección, la devolución de las tierras expropiadas injustamente a las comunidades para beneficiar a los capitales extranjeros. Entorno a este, se agrupó un gran movimiento heterogéneo, al extenderse la guerra campesina en todo el país, Madero firmó un acuerdo con Porfirio Díaz, en el cual este último renunciaba, los campesinos se desarmaban y se convocaba a elecciones. Al no mencionar en el acuerdo el problema de la tierra los campesinos dirigidos por el General Emiliano Zapata, continuaron con la Revolución, tomaron las tierras de las haciendas y las defendieron con sus vidas. Por medio del Plan de Ayala plantean la nacionalización de los bienes de los terratenientes y capitalistas, quienes son considerados los enemigos de la Revolución, la repartición equitativa de la tierra para los que la trabajan, en general los planteamientos plasmados eran anticapitalistas pues atacaban la base misma de la acumulación del capital. Sin embargo no planteaban una salida política a nivel nacional. Nunca se llegó a concretar la alianza con el movimiento obrero por la debilidad del mismo, no tenían dirección ni organismos independientes y esto lo aprovecho la burguesía para imponer su salida.

El movimiento armado campesino del norte del país comandado por Francisco Villa también carecía de un programa político propio. En 1914 se lleva acabo la convención de Aguascalientes en la que se reunieron constitucionalistas, villistas y zapatistas. La delegación zapatista al contar con un programa campesino hace que se le unan los villistas y los carrancistas radicales, ganan la convención, sin embargo quienes asumen el gobierno de la convención es nuevamente la pequeña burguesía. En este contexto ocurre la ruptura de los constitucionalistas y la encabezan, Carranza junto con Obregón, se van a Veracruz para planear estrategias. Al no existir un poder campesino centralizado tampoco hay un ejército centralizado. Para contrarrestar a Villa y Zapata, el carrancismo con la influencia de Obregón retomó los planteamientos campesinos dándoles un alcance limitado, añadían algunas reivindicaciones obreras, buscando así dominar una alianza obrero-campesina bajo su dirección. Carranza pactó con la casa del Obrero mundial y formaron los “batallones rojos”, para combatir al villismo, pero en 1916 les dio la espalda los disolvió y encarceló.

En 1917, los constitucionalistas siendo los detentores del poder dictaron una nueva constitución, por supuesto burguesa. Bajo los gobiernos de la burguesía nacional las promesas democráticas han quedado pendientes. Cuando limitaron y detuvieron las reformas cardenistas las prerrogativas y el poder del capital no tuvieron contención.

Conclusión

Nos debe de quedar claro que la Independencia y la Revolución no cumplieron cabalmente la trasformación de la estructura y la realidad social con base en la perspectiva de: los indios y mestizos; y después de los campesinos y obreros. La interrupción de los procesos independentistas y revolucionarios con los asesinatos de Hidalgo, Morelos, Mina; y después Madero, Zapata y Villa, ha dejado a través de los años en la sociedad mexicana una sensación y un sentimiento de inconclusión. Sin embargo debemos conmemorar los hechos valiosos y revalorar a estos personajes, por que hoy en día la desigualdad económica y social, derivada de la falta de oportunidades de estudio y empleo, de la concentración de los medios de producción y la riqueza en pocas manos, crece exponencialmente. Así que pretender “festejar” como hechos consumados la Independencia y la Revolución de nuestro país es simplemente una falacia. Nuestro país es dependiente económico y alimentario de los EUA, la mayoría de nuestros recursos naturales son explotados y administrados por grandes trasnacionales, las ganancias de la banca se van al extranjero, nuestra fuerza productiva se ve mermada por la migración y la fuga de cerebros, nuestras familias se desintegran y deterioran, el gasto que los gobiernos le han destinado a la ciencia, educación y salud es miserable, en contraste los multimillonarios rescates bancarios cargados al pueblo contribuyente, el desmantelamiento intencional de la seguridad social y de las empresas e instituciones del Estado. La cruenta violencia intestina del Estado, de los grupos de poder, llámense narcotraficantes, paramilitares u otros, ha dejado en pocos años más de 30 000 asesinatos, el gobierno y los medios masivos de comunicación pregonan hasta el hartazgo que son saldos derivados de la pugna entre los grupos delincuenciales y con algunos “errores” o “daños colaterales”, sin embargo la realidad es que todos ellos eran mexicanos, la mayoría gente joven relegada por el sistema y la sociedad, en realidad estamos frente a una guerra civil velada, el ejercito mexicano constituido y destinado para repeler las agresiones de ejércitos extranjeros y salvaguardar la soberanía nacional, en estos días enfrenta a sus propios connacionales. Recordemos que las grandes transformaciones son impulsadas por grandes movimientos sociales, con dirigentes con una amplia visión social y humanista, la labor de los miembros de la comunidad universitaria debe ser continuada e impulsada, en la perspectiva de la emancipación de los sujetos sociales que conforman están nación, para transformar de raíz las condiciones actuales que no nos permiten ser auténticamente independientes y libres.

Bibliografía

1.- Proceso moral y político de la Independencia de México. José Valero Silva.

Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas

2.- Reseña del libro ‘La revolución interrumpida’, de Adolfo Gilly. José Benco

3.- Revolución e Independencia, motivos de reflexión: Narro.

Bertha Teresa Ramírez y Ciro Pérez Silva. Periódico La Jornada. 2 de marzo de 2010

4.- 'Ni independencia ni revolución', Lorenzo Meyer. Agenda Ciudadana

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