viernes, 4 de febrero de 2011

CRISIS DE LA CIUDAD DE MÉXICO Y SU ZONA METROPOLITANA.



Por Francisco Sagal.

La ciudad de México y su zona metropolitana es una de las más importantes megaurbes de América latina y del mundo –junto a Tokio y New York– cuenta hoy con más de 22 millones de habitantes. Le siguen Sao Paulo –20 millones–, Buenos Aires –13 millones–, Rio de Janeiro –12 millones–, Lima y Bogotá –8 millones cada una–.

En América Latina las megalópolis son iconos representativos de grandes ordenamientos territoriales, con patrones de expansión acelerados de arriba del 6%, 7% u 8%, y son ambientalmente y económicamente inviables en el largo plazo, al mismo tiempo que socialmente excluyentes. Tomando como ejemplo el caso de México, en donde el Sistema Urbano cubre 800 mil hectáreas o 0.4% del territorio nacional, sin embargo, la Ciudad de México concentra el 65% de la población y genera 4/5 partes del PIB –2008–. La Ciudad de México y su zona metropolitana cuenta con 4 millones de habitantes viviendo en áreas de alta marginación, la capa urbana de la ciudad ha aumentado en los últimos 60 años en el orden de una hectárea por día, con tal crecimiento la ciudad alcanzó en el 2006 un consumo energético de 545 peta joule, o el equivalente en combustibles, unos 306 mil barriles de gasolina (siendo un 43% de gasolina, 23.6% de gas natural, 19.2% en gas licuado y 14.2% en diesel). A lo anterior, se suma la trasferencia de agua de una distancia de hasta 130 kilómetros y la succión del agua del acuífero de la ciudad para satisfacer patrones de consumo que rondan en 63 metros cúbicos por segundo y que son sostenidos por una extensa red de 1100 kilómetros de tuberías primarias y 12 000 kilómetros de tuberías secundarias. La ciudad se encuentra a una altura de 2240 msnm y es necesario bombear el agua trasvasada –en el orden de 26.5% del consuno total de la ciudad– unos 1100 metros, lo que conlleva la quema de miles de barriles de petróleo diarios. Los ritmos de extracción de agua exceden el 140% de la capacidad de recarga del mismo acuífero.

Al mismo tiempo, la Ciudad de México genera aguas residuales en el orden de 43 metros cúbicos por segundo, de los cuales solo 4 metros cúbicos son tratados, es decir, solo el 10%, y el 90% es agua negra no tratada, éstas últimas son arrojadas directamente al medioambiente principalmente en la zona del mezquital en el Estado de Hidalgo. La ciudad desecha en forma diaria 12 500 toneladas de residuos sólidos –60% inorgánicos o el 13% a nivel nacional. A esto se suman 130 toneladas diarias, todas con destino al relleno sanitario en la zona poniente, cuya vida útil ya ha sido sobrepasada, agregándose 7 mil toneladas diarias de residuos de la construcción, de no hay control alguno por parte de la Secretaria del Medio Ambiente del Distrito Federal. El volumen que se recicla de la basura solo es entre el 5% o el 10% del total, es decir el 90% no se recicla. Los gases contaminantes en la zona derivan del sistema de trasporte con algo cerca de 5.5 millones de unidades –94% de tipo privado– contribuyó en el 2006 con 21.6 millones de toneladas o el 50% de emisiones contaminantes, el sector industrial compuesto por 52 mil industrias con el 23% de emisiones, y de generación de residuos sólidos el 14% o 6 millones de toneladas. Añádase 175 toneladas de contaminantes tóxicos para la zona, de los cuales el 28% fue tolueno, 9% metanol, 8% de tricloroetano, 7% de xilenos, añádase 2000 toneladas de metales pesados, siendo el manganeso el 66%, el antimonio y compuestos el 13% y el plomo y compuestos el 12%.

El 73% de la urbanización es de mayor marginación en la Ciudad de México y se encuentra en la periferia urbana. El resto esta distribuida en reductos internos de la Ciudad, mismo que tienden a ser recuperados a través de proyectos de modernización urbana para la clase media, el turismo y los negocios formales de todo tipo. El consumo de energía y flujos de materiales la ciudad depende de las presas del sureste mexicano y de El Infiernillo con una aportación mayor de 6000 MGH, lo cual es producido en su mayoría por maquinas con combustibles fósiles provenientes de las reservas mexicanas, los materiales de construcción provienen de zonas aledañas a la zona centro del país, el agua proviene en 70% del subsuelo, los alimentos vienen tanto de dentro como de fuera del país. Las políticas neoliberales implementadas en Latinoamérica y México son centrales para dar cuenta del boom de la emigración rural hacia las ciudades y países como los EUA. Por otro lado, los referentes a la promoción de la inversión extranjera directa en procesos de ensambles y maquila, por el otro, aquellos enfocados al campo y que resultaron en el virtual abandono del mismo, al inducir el retiro de subsidios de los precios de garantía, de los controles a la exportación y de las paraestatales que apoyaban la comercialización de productos agrícolas y ganaderos, y en general el repliegue del Estado en los mercados.

La política neoliberal en el sector de la vivienda ha desplegado una frenética actividad en el país. El Estado presta grandes fondos junto con los bancos internacionales como el Banco Mundial, a los capitalistas privados, a baja tasa de interés y con plazos grandes, para que construyan multitud de unidades habitacionales, unidades residenciales para la clase media alta, unidades de interés social creando un escenario insustentable a largo plazo. Para tal fin, el BM realizo evaluaciones y ejecutó programas desde el 2002 hasta el 2007 con el propósito de financiar 750 mil a un millón de viviendas al año, programa que se extiende hasta el 2012, contando con un financiamiento de mil millones de dólares. El sector privado sigue siendo el principal beneficiario de estos proyectos, puesto que recibe los fondos del BM y de su contraparte nacional pública. Así, se dio un proceso significativo de la participación de la iniciativa privada con alrededor del 23% de los créditos y el 42% de la inversión.

A nivel nacional se pasó de 24.7 millones de unidades habitacionales en el 2000 a 30.4 millones en el 2006. El gobierno proyecta que la necesidad habitacional en el 2030 será de 45 millones de viviendas, por lo que deberá ofrecer entre 700 mil y un millón de viviendas por año. Tal ofrecimiento involucra el negocio de las constructoras y también de las empresas o instituciones privadas de crédito. El principal problema de esta tendencia es que se hace en un contexto de creciente retiro de las obligaciones del Estado en todas las materias sociales y en medio de una profunda crisis laboral social, lo que indica que la explotación de la clase trabajadora se agudiza más como se ve en la creciente reducción de los salarios.

Resumiendo podemos afirmar, que la creciente crisis hídrica de la ciudad es una crisis de gestión, un desequilibrio entre demanda, disponibilidad y oferta. Es también producto de una falta de mantenimiento de las maquinas y una falta en el abasto, distribución y desalojo del agua, del tal manera que la ciudad se ha quedado sin agua siendo uno de los factores mas importantes para la aparición de epidemias como de la influenza, pese a que el agua es un recurso renovable, la ciudad tiene 12 millones 500 mil kilómetros de agua disponibles anual por año y cada persona dispondrá o podrá usar 1700 kilómetros cúbicos de agua anual, de lo que se emplea solo el 50%. También existe una desigualdad en el acceso al líquido.

El desarrollo urbano en México, ha significado que las 10 principales metrópolis absorban el 45.8% del crecimiento urbano en 350 ciudades interiores en el 2000. Tenemos 10 ciudades con una población mayor a un millón de personas. Las ciudades industriales han crecido a un ritmo de arriba del 3.2%, las ciudades turísticas como Cancún –9%, Puerto Vallarta –10.2%, Cozumel –5.8%, las ciudades especializadas en manufacturas como saltillo-5.6%- Aguascalientes-6.6%, san Luis Potosí –3.5%, Culiacán –5.9%, Celaya –8.4%, Irapuato –8%, Mochis -9.7%, Ciudad Obregón ­–6.7%, las ciudades fronterizas Tijuana –5.7%, Ciudad Juárez –4%, Mexicali –6%, Nogales –4.3%, Piedras Negras –3.7%, otras ciudades con alto crecimiento son Puebla ­–4.1%, Querétaro –10.5%, Pachuca ­–6.6%,Tlaxcala –6.6%, San Juan del Rio –8%– y Toluca –3.4%.

El modelo neoliberal de urbanización concentró hasta el 2000, 97.5 millones de personas ­–65.7%– en 350 ciudades del país. Nueve metrópolis absorbieron el 45.8% del creciente urbano. Para la Ciudad de México el desmesurado crecimiento urbano y poblacional, ha llevado a una mayor contaminación ambiental y una superpoblación y también a una mayor desigualdad social. La política del gobierno ha sido crear zonas residenciales elegantes como Polanco, Tecamalchalco, Santa Fe entre otras, mientras la inmensa mayoría de la población vive en zonas marginales y con deficientes servicios sociales. La tendencia es que la Ciudad de México incorpore a las nueve metrópolis vecinas más pobladas en las próximas primeras tres décadas del siglo XXI. En esta sociedad mexicana crecen los grandes polos sociales contrapuestos, el de la burguesía y clase media alta en zonas residenciales de lujo y el archipiélago de zonas marginadas con millones de pobres y excluidos. La tendencia es a un déficit creciente en vivienda, servicios públicos e infraestructura, también al creciente grado de inseguridad, la delincuencia y la incapacidad de la economía para dotar de empleo a las mayorías, aunado a una falta de recursos de los gobiernos locales para invertir en plantas de tratamiento de agua, procesamiento adecuado de las basuras, control de los residuos tóxicos de fabricas y autos. Aunque el discurso oficial de la clase política nacional sea que está revirtiendo estos fenómenos, la realidad es que poco puede hacerse ante el proceso de urbanización capitalista de siglo XXI, a menos que se opte por una política territorial alternativa una crisis estructural de las ciudades ya es inminente, el capitalismo requiere de estos desarrollos geográficos desiguales, son parte de la gran máquina global que subordina a la humanidad, al campo y a la naturaleza, a los procesos de acumulación de ganancias.

Fuente: Delgado-Ramos, G. Carlo. Ordenamiento territorial, bioeconomia urbana y pobreza frente al cambio climático. UNAM.

No hay comentarios:

Publicar un comentario