Por Francisco Sagal.
Las ciudades del mundo actual consumen dos terceras partes de la energía mundial y emiten cuatro quintas partes de los gases de efecto invernadero. Crecen en promedio a un ritmo del dos por ciento anual, teniendo como puntos extremos un 0.7% para algunos países metropolitanos y 3 % para algunas zonas periféricas, un crecimiento que sin embargo, no es proporcional al aumento de emisiones atribuibles.
La atmósfera terrestre presenta un efecto invernadero debido al alto contenido de CO2 y metano principalmente. El efecto invernadero provoca desastres naturales con mayor frecuencia e intensidad de ciclones y monzones que afectan áreas muy pobladas y también la corriente del niño origina inundaciones o sequías, principalmente en zonas como el altiplano de México. Además de afectar a capa de ozono, provocar lluvias acidas y una gran desforestación, la expansión de las ciudades también ocasiona pérdida de suelos y desertización creando más frecuentes hambrunas, como sucedió en Etiopia, Somalia y recientemente en Haití.
Desde comienzos de este siglo XXI, el consumo de energía se ha incrementado en un 30%. El 75% de la energía que se utiliza procede de combustibles fósiles como el petróleo (32%), carbón (26%), gas natural (17%), que producen aproximadamente 6 Gt anuales de CO2. El inventario nacional de emisiones de gases de efecto invernadero durante 2006 presentó el total de emisiones contabilizando en ese año 711 mil 650 Gg de dióxido de carbono. De ellos, el 33% corresponde al sector transporte, que lo convierte en la actividad con el mayor aporte de emisiones de gases de efecto invernadero en México y por tanto como aquel sector que requiere de mayor atención en cuanto a la disminución de emisiones. El sector desechos o residuos es el segundo contribuyente con casi el 15%. El sector del transporte en forma global contribuye con mas del 20%.El aumento de emisiones de metano y oxido nitroso es alto. En México en el 2007 había 25 millones 618 mil vehículos y de ellos 13 millones 860 mil vehículos de pasajeros. La necesidad alta del transporte se debe a la necesidad de comunicación, adquisición de bienes y servicios, de educación y de trabajo.
El 88% de las emisiones de gases de efecto invernadero corresponde al consumo de combustibles fósiles, como el petróleo, gas y carbón. El 34.6% de emisiones corresponden a la industria generadora de energía, el 13.2% a la manufactura e industria de la construcción, el 33% al transporte, el 10.4% al sector petróleo y gas natural, el 11% a emisiones fugitivas, el 7% a otros sectores, etc. La reducción de emisiones contaminantes que se requiere mínimo es del 70% del nivel de 1990 para el año 2020. En la pasada conferencia de Toronto de 1988 proponía que en el 2005 las emisiones fueran inferiores en un 20% a las de 1990, lo cual no se ha logrado. El tercer mundo tiene el 80% de la población mundial y tiene el 90% del aumento de la población, esto conlleva a un crecimiento de la demanda energética de un 5% anual en las actuales condiciones. Una central eléctrica convencional de carbón emite 962 tm/Gm por hora de operación, mientras una eólica tan solo emite 7.4 durante el proceso de construcción. La dependencia de derivados petrolíferos es superior al 95% y no hay alternativa que la sustituya. El 30% de la energía consumida en el mundo se emplea para el transporte. México es un país altamente vulnerable a los efectos del cambio climático. Es necesario integrar la reducción de riesgos de desastres y la adaptación al cambio climático en la gestión pública de las ciudades, ya que hasta el momento se encuentran desvinculadas. Las concentraciones de dióxido de carbono aumento en un 35% hasta el 2005 y las del metano aumentaron en un 148% y el oxido nitroso en un 18%. Se presenta un aumento en la temperatura global, un aumento en el nivel del mar, un decrecimiento de la cubierta de nieve y hielo –más pronunciado en el ártico-, se han reducido los caudales de los ríos en las altitudes altas y han aumentado en altitudes bajas –en temporal de lluvias-, hay un aumento de la emigración de las aves, peces, cambios en la floración y crecimiento de la vegetación, desplazamiento a las regiones altas o latitudes altas de varias especies, así como cambios en la abundancia y composiciones de las comunidades en los ecosistemas. La producción de maíz ha sufrido una alta reducción en las superficies altas para su cultivo de temporal y reducción de rendimientos en algunas regiones del país.
Se verán afectados los recursos hídricos, la ganadería, la pesquería y los recursos forestales y la diversidad en el país. Aumenta el riesgo de presentarse temperaturas extremas en el centro altiplano, noreste y norte de nuestro país y en las grandes ciudades. La cubierta forestal se reducirá en un 50% por los efectos del cambio climático y se estima que la temperatura de los bosques será la más afectada. Las áreas costeras están amenazadas por los aumentos del nivel del mar, la intrusión salina en los acuíferos y tormentas que afectaran regiones incluso alejadas de las costas. Las inundaciones y la carencia de agua podrán limitar al sector industrial y de energía y a la agricultora de temporal, la producción de maíz se reducirá aún más, sobretodo en el norte del país. Ahora nueve de cada diez desastres naturales están asociados al cambio climático. El número de desastres naturales registrados en forma anual se han duplicado en las dos últimas décadas
En el periodo de 1929-2005 hubo cerca de 6.8 millones de personas afectadas por estos fenómenos naturales, los huracanes afectaron a 2.5 millones (38%), las tormentas de viento (34%), inundaciones (22%). Las sequías afectarán a mas de 68 mil personas y causaran daños por 1.6 mil millones de dólares, mientras los terremotos incluyendo el de 1985 en el DF solo costo 77 millones de dólares. Por otra parte, los deslaves también han cobrado vidas humanas –como en Brasil-, los huracanes han afectado a la zona turística como Cozumel, Cancún en Quintana Roo. Las sequías como las inundaciones son eventos climáticos extremos que afectan a las capas sociales más pobres. Al duplicarse la cantidad de CO2 emitida a la atmosfera significa que el 40% del país enfrentara una severa y prolongada sequía. Se reducirá el agua disponible dado que los acuíferos se recargaran menos, la escases de agua desencadena reacciones en cadena en la agricultura, ganadería, los bosques y los ecosistemas siendo en general afectados. Con ello, entramos a una época de crisis permanente alimentaria sobretodo en algunos productos básicos.
Estudios recientes demuestran que es el sector de las mujeres está altamente expuesto durante estos eventos extremos. Su identidad de género y sus representaciones sociales de cuidar a otros les genera mayor vulnerabilidad durante estos eventos. Por ello, se recomienda impulsar políticas de equidad de género en todo el país. Los más recientes eventos extremos a partir del 2005 han mostrado que las presas, recuperación de playas como en Cancún, diques y bordos no son suficientes. En Tabasco y Villahermosa se han inundado regularmente las colonias populares.
La interacción destructiva se expresa en contaminación del aire, temperaturas extremas, sequías prolongadas, escases y contaminación del agua, degradación de suelos y afectación o destrucción de ecosistemas enteros. Los sistemas sociales se ven presionados por el crecimiento poblacional, lo que ha afectado el uso de los recursos naturales que se han tornado escasos y contaminados. Los cambios en el uso del suelo y la intensificación de los procesos productivos y sociales, están transformando los sistemas rurales y urbanos, así como la ocupación del territorio. La demanda creciente de servicios ambientales y recursos naturales ha provocado escases y los procesos de industrialización originan desechos y contaminación.
Para el caso d la ciudad de México, es necesario mejorar su infraestructura para drenar el agua y evitar inundaciones por falta de previsiones, también tomar en cuenta la experiencia del terremoto del 85, para lograr que las construcciones no tan solo prevean suelos frágiles sino también incorporé técnicas anti clicas como en Japón, de tal manera que las construcciones sean amarradas no solo en su estructura vertical, sino también en su estructura horizontal –como en la catedral de la ciudad-, también tener directivas menos burocratizadas que tengan el mantenimiento de las maquinas al cien por ciento para evitar inundaciones, cambiar el sistema de transporte adoptando modelos no contaminantes, etc. Sin embargo, tal como lo muestra el reciente fracaso de COP 16 en Cancún, están lejos las verdaderas alternativas para revertir los efectos del cambio de la agenda pública de los estados capitalistas centrales y periféricos, más aún, los efectos del calentamiento global y del cambio climático se exacerban y la factura resultante la terminarán pagando las generaciones venideras.
Fuente: Delgado-Ramos, G. (coord.) México frente al cambio climático. Colección El Mundo Actual, CEIICH-UNAM, México.
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